Cantautores

Hace algunos años, todos los de mi generación nos comunicábamos vía Messenger; siento pena por aquellos que no hayan vivido lo que es enviar uno, dos o diez zumbidos de Messenger… y, cómo ahora, en el nombre la gente aprovechaba para poner su estado de ánimo, sentimental, opinión política o frases inspiradoras…   Yo recuerdo una frase que me valió un debate acerca de la supuesta equidistancia entre víctimas y etarras de su autor, pero la frase era todo lo inocente que a mis 18 años se podía esperar de mí. Sigo pensando que resume a la perfección mi experiencia de amistad: “Ellos son, en verdad, lo mejor que hay en mí, porque fueron y son lo que soy y lo que fui.” Hoy, con la experiencia que dan los años, la suscribo otra vez. La amistad tiene eso de hogar, de familiar de “fueron y son lo que soy y lo que fui”. O al menos desde mi experiencia, prueba de ello es que, si hoy me presentaran a muchos de mis mejores amigos por vez primera, probablemente no congeniaríamos igual, pero la historia pesa mucho.

Han pasado muchos años de aquellos conciertos de Tontxu, de aquellas manifestaciones del “Nunca mais”, de la facultad de Psicología… pero las presencias siguen reconciliándome con el Mundo (esa frase es de otro cantautor) Y de hecho cada día que pasa, escribimos una página más de nuestra historia: los guiños se hacen más poderosos, nuestra casa se hace más nuestra casa.

Lo bueno de mis amistades sentidas con ese calor y color familiar es que parece que nunca se van. (y eso viviendo al otro lado del Atlántico es muy necesario) es como volver a un lugar que ha sido tu hogar durante mucho tiempo, volver a casa de tus padres, que enseguida encuentras las galletas y el telemando… y es como si nunca te hubieras ido.

Y hay algo más mágico en mi forma de vivir la amistad, porque toca mi alma y mi ánimo sin decir nada, o diciendo cosas que nada tienen que ver. La presencia puede más que innecesarias conversaciones sobre lo que siento, lo que me pasa, lo que sueño… (que también las tenemos).

Todo ello convierte la presencia de mis amigos en algo fundamental y es que, viviendo como vivo unas fuertes relaciones familiares, de pareja, de comunidad, de misión… faltaba esa pieza fundamental (aunque, como dije arriba, es como si nunca se hubiera ido) Pude experimentarlo con fuerza cuando, en un visita que se hizo corta, sólo necesité un par de abrazos (distintos a los de Julio, Carol o Fer) sentirme de nuevo en casa, de nuevo en “el sitio nuevo”. De tal manera que, como decía antes, no necesité hablar de cómo me sentía (de hecho, perdimos el tiempo hablando de la situación catalana) para sentirme renovado. Y no sólo por las amigas que han cruzado medio mundo para llegar hasta acá, sino por saber que en sus abrazos estaban los de todo el “equipo”.

Tengo la impresión de que en la edad de los cantautores dedicaba más tiempo y tinta (o espacio de almacenamiento) a la amistad y de que, con el tiempo, mis sesudas reflexiones han trocado en esto: unas experiencias rayanas en la cursilería y una canción que hace bastante que no escucho. Pero con todo lo siento mucho más auténtico que aquella amistad postadolescente.

De hecho, siento que este estado me capacita para vivir más abierto a un sentimiento de nuevas amistades (en contra de lo que decía arriba). Y así cuando las visitas y los abrazos han sido de “amigos de Carol” (que también lo son míos, pero…) también me he ilusionado, también me he alegrado, también me he sentido especial. De igual modo, con sólo dos años en Lagunas, siento que la relación crecida al calor de la misión con la gente de acá (con quién tampoco me une una larga historia) tiene una intensidad… un brillo especial.

Termino pues, con un hondo sentimiento de gratitud a  todas las personas que, sin nombrarlas, dan vida a este texto, a todas esas personas que me hacen decir una y otra vez eso de “con un canto en los dientes, vaya suerte que tengo de tenerte a mi lado”

Un comentario en “Cantautores

Deja un comentario